El resto de mamíferos
también utilizan los juegos para adquirir y mejorar habilidades necesarias para
sobrevivir. Sólo hay que ver cómo juegan los gatos, para darnos cuenta de cómo
aprenden a cazar.
Esto se debe a que nuestro cerebro se desarrolla en la medida en que lo utilizamos. Es decir, que las vías neuronales que más se emplean, son las que más crecen, y las que menos, se terminan atrofiando, como los músculos.
Los juegos te permiten utilizar el cerebro en sus diferentes capacidades, de una forma más completa que los ejercicios tradicionales. Y de una forma que, además, te motiva a seguir aprendiendo.
Sofia y su desarrollo
Sofía entra a un cuarto y toma todo lo que está a su paso buscando descubrir qué es, cómo suena, a qué sabe. Ella quiere asombrarse con colores que no conocía, quiere saber cómo se dice una palabra y entender cómo se usa un objeto. Quiere aprender, está ansiosa por conocer.
Estos primeros años son fundamentales en su desarrollo, todas las experiencias que Sofia aprenda van a sentar las bases para lo que en un futuro va a aprender y cómo lo va a aprender. El juego está en su naturaleza, es una necesidad, es su forma de acercarse a conocer todo lo que encuentra. Por eso, los juegos educativos en preescolar son la forma de estimular todos los sentidos de los niños y de generar aprendizajes valiosos para toda su vida.
Está en la etapa de exploración, la más importante para que se acerque al lenguaje. La más dispensable en el desarrollo de la lógica y de la motricidad fina. Todos los materiales didácticos de preescolar y todos los juegos educativos que ella manipule van a ser los mediadores de su crecimiento.
A sus dos años Sofi distingue los colores y las formas al embonar las piezas en el Juego de Clasificación; sabe abrochar, abrir y cerrar porque disfruta jugar con el Cubo Montessori y ya nombra algunos animales porque le gusta colocar las piezas de La Granjita Mágica en su lugar.
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